Les remito una breve historia. Mi experiencia y convivencia con una enfermedad muy común a día de hoy: la depresión. Por si su difusión, de la manera que ustedes estimen más oportuna, pueda ayudar a personas que estén atravesando por difíciles momentos en sus vidas. Reciban un cordial saludo. Una vital decisión Algunas veces comentamos (con familiares, amigos, lo vemos en televisión, lo escuchamos en la radio, lo leemos en la prensa… etcétera) esas misteriosas y enigmáticas preguntas con sus correspondientes respuestas inquietantes, variadas y diversas, según de quienes procedan, principalmente de científicos y expertos en la materia: ¿Estamos solos en el Universo? ¿O hay vida (del tipo que sea) en cualquier otro lugar desconocido para nosotros? Vida, según el concepto que manejamos nosotros (seres vivos en general. “Extraterrestres”, fauna, flora). Y pocas veces nos paramos a pensar no en la grandiosidad e inmensidad infinita del Universo sino en nosotros mismos, del cual formamos parte del mismo, cómo una “unidad individual”. Cómo un “elemento” algo más que físico (racional) dentro de la evolución del mismo. Pensar en nuestro verdadero yo interior. En todo lo bueno y malo que hay dentro de él (sentimientos, pensamientos, emociones, vivencias y experiencias personales…. etcétera). Hacer una exhaustiva y verdadera introspección sobre uno mismo. “Autodesmenuzarse” poco a poco, para llegar a la firme conclusión de quien y cómo somos realmente ante nuestro entorno y sobretodo ante la persona más importante de nuestra vida. NOSOTROS MISMOS. Y haga las preguntas que me haga, entre ellas he sacado varias conclusiones donde destaco principalmente ésta: Que realmente cada uno de nosotros estamos solos en la vida por mucho que vivamos en sociedad y nos rodeemos de mucha gente que nos quiere y aprecia. Al final, las castañas del fuego te las tienes que sacar tú mismo en los momentos más difíciles de tu vida. Si es con ayuda de otros, perfecto. Pero al fin y al cabo, tú eres el que maneja el timón de tu vida y el que toma las decisiones. Nadie, absolutamente nadie podrá tomarlas desde tu perspectiva. Nadie se puede meter, conocer y sentir realmente tus verdaderos pensamientos, emociones y sentimientos. Y así permanecemos, solos, desde el día en que nacemos y hasta el momento de irnos para siempre. Desde que vamos adquiriendo la madurez, todo nuestro diseño, el plan de vuelo de nuestra vida depende únicamente de nosotros (en condiciones “óptimas” y “normales” dentro del mundo occidental en el que vivimos). Somos dueños de nuestras propias decisiones con sus correspondientes consecuencias, de nuestros actos, de nuestras interacciones con nuestro entorno
|